El desarrollo de la motricidad gruesa es una de las características más evidentes en la evolución de los bebés en el primer año. Pero, lejos de ser esta la única razón para estimularla y potenciarla, lo cierto es que un buen desarrollo de la motricidad servirá a los peques como base para una mejor maduración cognitiva, emocional y social, al permitirles interactuar de forma más intensiva con su entorno y mejorar sus capacidades de comunicación.
¿QUÉ ES la motricidad gruesa?

La capacidad que desde pequeños desarrollamos para controlar nuestros movimientos corporales es lo que conocemos como psicomotricidad. Esta está compuesta por dos tipos: motricidad fina y motricidad gruesa.
Podríamos definir la motricidad gruesa como aquel desarrollo psicomotor que permite alcanzar movimientos que implican de la participación de grandes grupos musculares. ¿Ejemplos? Sentarse, levantarse, andar, saltar, correr…
Aunque durante el primer año de vida el bebé va a experimentar grandes desarrollos tanto en motricidad gruesa como en fina, es la primera la que conseguirá más avances y evolución en estos primeros meses de los pequeños.
Es gracias a ella que los más pequeños comienzan a controlar su cuerpo y hacer un uso hábil y “controlado” del mismo, consiguiendo dominar poco a poco la postura, el equilibrio y, finalmente, la movilidad.
evolución de la motricidad gruesa durante el primer año

Desde su nacimiento el bebé va a empezar su desarrollo psicomotor, especialmente en la parte de motricidad gruesa. Se puede observar la consecución de los siguientes hitos durante los primeros 12 meses de vida:
· De 0 a 3 meses – destaca especialmente la evolución en el control cefálico, gracias al que poco a poco pueden sostener la cabeza y pasar de mantenerla únicamente estable a dominar sus movimientos. Otros hitos complementarios en esta etapa es el movimiento más intenso de las piernas (pataleo) y empezar a mantener las manos abiertas, lo que facilita el inicio de la exploración del entorno.
· De 3 a 6 meses – El control de la cabeza se va extendiendo poco a poco también al torso, hasta que llega a mantener erguidos y controlados ambos. Empieza a explorar la autonomía en el movimiento con el giro o volteo; además de desarrollar en gran medida la coordinación de las extremidades superiores, lo que le permite llevar objetos a la boca y acercar un brazo al otro.
· De 6 a 9 meses – Ese control del torso que han conseguido en la etapa anterior, junto con una mayor coordinación de las extremidades, les permite iniciarse en el arrastre -e incluso el gateo– facilitando así su movilidad y, por tanto, su relación con el entorno más próximo.
· De 9 a 12 meses – La búsqueda de la autonomía empieza a ser protagonista en el desarrollo de la motricidad gruesa: al gateo se une en esta etapa la capacidad de sentarse solo (y mantenerse sin apoyos) y, en muchos casos, la habilidad de ponerse de pie con apoyo y ¡hasta los primeros pasos!
Como siempre, estos intervalos para la consecución de los hitos más destacados en el desarrollo de la motricidad gruesa son orientativos: cada niño es único y sus ritmos propios, por lo que debemos respetarlos y adecuarnos a su desarrollo concreto.
3 actividades para estimular la motricidad gruesa del bebé

Os propongo 3 actividades que podéis realizar fácilmente desde casa y que ayudarán mucho a potenciar el desarrollo de la motricidad gruesa de vuestros bebés durante este primer año. ¡Bien!
1/ Potencia el boca-abajo; es decir, haz que tu bebé pase tiempo sobre su barriguita. Para ello ten en cuenta que:
· Siempre debe estar despierto y “alerta”
· Siempre debe contar con tu supervisión en esta posición
· Empieza con tiempos muy limitados y vete aumentando muy poco a poco
Esta posición le ayudará a ejercitar la musculatura y a fortalecer el cuello, por lo que contribuirá a que mejore su control de la cabeza. Además, también favorece el desarrollo de articulaciones y espalda y, por tanto, a conseguir un torso más fuerte que propiciará hitos posteriores como el volteo, la sedestación y el gateo.
2/ Fomenta que se estire: sin duda, la forma más fácil para que esto ocurra es trabajar con juguetes poniéndoselos por encima del nivel de sus ojos y a una distancia que le permita cogerlos pero que, para ello, deba estirar sus extremidades (especialmente los brazos).
Alrededor de los 4-5 meses el uso de los “gimnasios” para bebés puede ser una buena herramienta para fomentar este movimiento, siempre que sean objetos alcanzables. Más adelante puedes atar un juguete a una cuerda y jugar con él a que lo alcance, mientras fomentas los estiramientos.
3/ Palmas palmitas: es un clásico entre los clásicos… pero no por ello deja de ser muy efectivo y estimulante para el desarrollo de la motricidad gruesa. Se trata de dar palmadas, primero tú y luego con sus manos, al ritmo de la conocida melodía. Aunque sencillo, supone un gran ejercicio para la coordinación de los movimientos laterales.
El desarrollo de la motricidad gruesa es fundamental en la evolución de los bebés durante el primer año. Y, desde luego, está en nuestra mano potenciar ese control del movimiento que les llevará a alcanzar uno tras otro todos los hitos del desarrollo motor.